«Teme a Dios y cumple sus mandamientos, porque esto es todo para el hombre» (Ec 12:13).
Comienza un nuevo año y seguramente ya tenemos muchos anhelos y planes que deseamos ver cumplidos en los próximos meses. Más allá de lo que pasará mañana o en los siguientes días, quiero invitarte a enfocar tu mente en cómo Dios nos ha diseñado con una noción de eternidad, cómo nos creó para Su gloria y cómo es que, en Él, encontramos nuestro verdadero propósito.
«Dios […] puso en la mente humana la noción de eternidad, aun cuando el hombre no alcanza a comprender la obra que Dios realiza de principio a fin» (Ec 3:11).
Es mi anhelo que nuestro corazón esté tan saturado del Espíritu Santo que en cada momento podamos distinguir que lo terrenal queda sin valor a la luz de nuestro Señor Jesucristo. Con esto tampoco pretendo que tengas una actitud de indiferencia ante lo cotidiano y lo que Dios nos permite vivir y disfrutar en esta tierra, sino que te animo a darle a cada momento, plan o prueba, su justa proporción al tener tu mirada puesta en el Eterno.
Ten presente que nuestro fin principal es temer a Dios, darle toda la honra y gloria con cada actividad, cada pensamiento y en cada relación. Recuerda que fuimos hechas para un propósito más grande que el que a veces llegamos a pensar por nuestra vista viciada debido al pecado, a este mundo o por los engaños del enemigo.
Es en Cristo, Quien es antes de todo y por Quien todas las cosas fueron creadas y permanecen (Col 1:16-17), que vivimos el presente aguardando el futuro glorioso. Es por la esperanza de Su regreso que estamos confiadas, desechando las ansiedades y entregándolas a Él porque cada día traerá su afán. Con nuestra mirada fija en Él «la vida diaria debe ser un intento sobrio, pero con los ojos muy abiertos, de confiar, glorificar y disfrutar a Dios, abrazando la porción que Él nos ha dado en esta vida fugaz» (El evangelio según Eclesiastés, de David Prince).
Este 2025 ora para que Dios guarde tu mirada en Cristo, en el propósito eterno con el que te creó. Ora para aprender a temer a Dios, cumplir sus mandatos y que ese sea tu verdadero gozo y paz.
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