Timothy Keller, en su libro «Dioses que fallan», dice lo siguiente: «Todos necesitamos que una fuente externa nos ofrezca la seguridad de que tenemos un valor único. El amor y la admiración de aquellos a los que usted más quiere y admira superan a cualquier recompensa. Buscamos esa profunda admiración y la esperamos de nuestros padres, nuestro cónyuge y nuestros compañeros».
Siempre buscamos una fuente externa que nos dé todo eso que necesitamos. Toda la vida buscamos satisfacer el deseo de sentirnos completos, amados por otros. De hecho, nuestros ídolos son creados por nosotros mismos a fin de que nos hagan sentir de esa manera. Con lo cual, cuando fallan (y enseguida lo hacen), caemos destrozados al suelo porque el supuesto valor que teníamos, ya no existe más.
Todo esto nos deja ver que, incluso si buscáramos obtener valor dentro nuestro tampoco lo encontraríamos porque solo existe una única fuente capaz de bendecirnos con ese sentido de significado y propósito real.
Entonces, ¿qué hacemos? La Biblia nos revela que somos aprobados, amados y valorados por el Dios santo, y que Él es el único que puede atribuirnos el verdadero valor (Ef 1:1-14), ese mismo valor que se perdió en el momento de la caída en el Edén. Pero Dios ya nos dio Su gran bendición a través de Su Hijo amado. Porque lo mismo que Dios dijo por Jesús, lo dice hoy por ti y por mí: «Este es Mi Hijo amado en quien me he complacido» (Mt 3:17).
Por eso, hoy quiero invitarte a hacer algo que llevará tiempo pero cambiará tu vida. ¡Sustituye tus ídolos! Porque, si intentas desarraigarlos no podrás, pronto volverán a crecer. Más bien, necesitas sustituirlos por el Dios del universo; Aquel que es mucho más que un recurso o estrategia que podemos utilizar para alcanzar nuestros objetivos. Él debe ser nuestro mayor deseo.
¿En quién estás buscando aprobación, seguridad y admiración? ¿De quiénes estás esperando una bendición? Decide mirar a Dios en este nuevo año. Decide, con la ayuda del Espíritu Santo, tirar afuera aquellos ídolos que hayas tallado y asómbrate del Creador y Salvador del mundo que te ama con amor eterno.
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