top of page

Newsletter: Cómo comer sin ansiedad: Tips

«Prueben y vean que el Señor es bueno.¡Cuán bienaventurado es el hombre que en Él se refugia!» (Sal 34:8).


La ansiedad es algo con lo que nos enfrentamos a diario. Puede ser un sentimiento o una reacción de miedo e impulso ante alguna situación que nos produzca cierto grado de estrés. Esto hace que a veces comamos de más, lo que, hasta cierto punto, podemos controlar de alguna manera. Sin embargo, cuando se convierte se convierte en algo que comienza a dominarnos o en un patrón recurrente en donde acudo a la comida cada vez que me siento ansiosa, buscándola como un medio para escapar de mis problemas o preocupaciones y se vuelve mi refugio, además de producir muchos problemas a nivel físico, puede ser un reflejo de que algo no está bien a nivel espiritual. 


Por esa razón, te quiero dar algunos consejos o tips que nos pueden ayudar a lidiar con este problema.


  1. Examina constantemente las motivaciones profundas de tu corazón. A veces podemos llegar a pensar que el problema es algo externo cuando, en realidad, sabemos que «el corazón del problema, es el problema del corazón». Por eso es importante que evaluemos constantemente lo que está haciendo que corramos a la comida para satisfacernos. De forma práctica, te invito a examinar los pensamientos y emociones que vienen a tu mente cada vez que te sientas ansiosa y quieras recurrir a la comida, y los registres en un diario. Esto nos puede ayudar a identificar algunos detonantes o factores estresantes.


  1. Considera ¿En qué se está deleitando tu corazón? En donde nos estemos refugiando es en donde estará nuestra mayor satisfacción. Si no nos estamos exponiendo a aquello que nos lleva a la Fuente de todo deleite, Dios, entonces probablemente hemos encontrado una de las razones de que acudamos a la comida cada vez que nos sentimos ansiosas.  David, en el salmo 34 nos desafía a cultivar cada día nuestra relación con el Señor porque solo en Su presencia podremos encontrar el refugio seguro para nuestras ansiedades.


  1. Evalúa tu corazón con esta pregunta: ¿Cuál es mi objetivo de vida? La ansiedad, por lo general, es un temor al futuro, a perder algo; pero cuando mi objetivo es disfrutar del amor de Dios ese miedo empieza a desaparecer. ¿Será posible no temer a lo que vendrá, aunque la ansiedad esté a la orden del día? Sí, porque lo que busco es algo que no puedo perder: Su amor. Cuando mi objetivo es apreciar el infinito valor de todo lo que Dios me ofrece y probar, como dice David, que el Señor es más deseable y suficiente que cualquier otra cosa, eso va afectar cada área de mi vida, incluyendo la forma en que lucho con la ansiedad.


  1. Usa tu ansiedad como un picaporte para correr a Dios en oración. Dile al Señor: «Señor, me siento ansiosa y quiero recurrir a la comida, pero dame más hambre de ti, abre mis ojos para probar y ver que Tú eres el pan de vida que puede saciarme para siempre y experimentar con cada fibra de mi ser la dicha de refugiarme en Ti». 


  1. Apóyate en la familia de la fe. Amada hermana, hay personas a tu alrededor que, estoy segura, quieren llevar tus cargas, así que, permíteles luchar contigo. Así mismo, puede ser de mucha ayuda acudir a un consejero en tu iglesia local o pedir apoyo nutricional.


No hay poder en nosotras para comer sin ansiedad. Solo con el poder de Su Espíritu podremos luchar contra la preocupación diaria que nos lleva a huir a otras cosas. Por eso, te animo a seguir corriendo a la única Fuente, al verdadero Pan de Vida, que sí puede saciar realmente tu alma y te refugies en el amor de nuestro Señor, quien envió a Su Hijo amado para darte libertad con Su muerte y resurrección. 


Dios te bendiga.


 

Descarga este artículo a continuación




Escrito por María de los Ángeles Zeta Nima

Diseño: Eunice Arcia

Comments


bottom of page