top of page
Foto del escritorAna Zenón

¿Estás leyendo para la gloria de Dios?


¡Año nuevo, libros nuevos! Me encantan los libros, me encanta leer. No siempre entiendo todo, no siempre cada párrafo lo digiero tan bien, pero el deseo que tengo es mejorar y crecer. 


La lectura fue, es y será un valioso instrumento para el crecimiento del pueblo cristiano. Por medio de la lectura conocemos al Señor y Su obra de salvación, puesto que Él se ha revelado de manera especial en un libro: la Biblia. Sin embargo, si algo debemos reconocer es que generalmente nos disponemos a leer para nuestra gloria y no para la de Él. 


Pablo, en 1 Corintios 10:31, escribe: «Entonces, ya sea que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios». Pablo menciona la frase «o que hagan cualquier otra cosa», y esto incluye cualquier actividad, hábito o rutina que como cristianos desempeñamos cada día. El llamado de Dios es que, hagamos lo que hagamos, sea para Su gloria, incluyendo el hábito de la lectura. 


A continuación enlistamos una serie de piadosos motivos que debemos tener a la hora de leer, pero, a su vez, hacemos un contraste con aquellos motivos no piadosos que muchas veces pueden aparecer en nuestro corazón. Que el Señor nos ayude a ver lo que verdaderamente nos motiva a leer. 


Glorificar al hombre versus glorificar a Dios


El lector cristiano, a diferencia del no cristiano, debe leer motivado principalmente por el deseo de glorificar a Dios. Y digo principalmente porque hay otros motivos lícitos por los cuales un cristiano también puede leer, pero la gloria de Dios debe ser el principal. 


¿Qué significa hacer las cosas para la gloria de Dios? o, específicamente, ¿Qué significa leer para la gloria de Dios? En el griego de la antigüedad la palabra «gloria (doxa)» significaba «opinión o reputación» (Diccionario Teológico del Nuevo Testamento). De hecho, en el Nuevo Testamento siempre se hace alusión a una buena opinión. Por lo tanto, cuando hablamos de hacer todo para la gloria de Dios, estamos diciendo que, hagamos lo que hagamos, queremos que sea para que el nombre de Dios sea exaltado a través de que se hable bien de Él. Así que, cada uno de los libros que logremos leer debe contribuir para el engrandecimiento del Trino Dios frente a las demás personas, de modo que  aquellos que tienen una mala idea de Él la cambien por una buena y quienes tienen ya una buena, su asombro crezca aún más. 


El puritano John Bunyen dice que cada uno de los seres humanos hemos nacido en el país de la vanagloria. Esto es verdad. Nacimos deseando nuestra propia gloria, no la de Dios; nacimos con la tendencia de alabarnos a nosotros mismos y no alabar a Dios. Es lo que muchos de nosotros buscamos a la hora de leer. Buscamos que la gente quede asombrada por lo que nosotros somos y sabemos, y no por lo que Dios es. Queremos demostrar todo lo que logramos y no para mostrar lo que Dios logra en nosotros. Si en este año te has propuesto leer más, examina tu corazón y hazte la siguiente pregunta: «¿Por qué estoy leyendo hoy?».


Crecer en conocimiento versus crecer en reconocimiento


«Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén» (2 P 3:18 RVR 1960, énfasis añadido).


El apóstol Pedro nos exhorta a crecer en conocimiento de la persona de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Querer crecer en conocimiento es algo piadoso. De hecho, la pregunta 46 del Catecismo Menor de Westminster, dice: «¿Qué se ordena en el primer mandamiento? R. -El primer mandamiento nos ordena que conozcamos y confesemos a Dios como nuestro único y verdadero Dios, y que en consecuencia, le adoremos y le glorifiquemos» (énfasis añadido).


Según este catecismo, el primer mandamiento dado por Dios nos llama a conocer a quien es el verdadero y único Dios, y sabemos que esto se logra por medio de la lectura de Su Palabra, pero también a través de buenos libros. Es un piadoso motivo querer leer para crecer en conocimiento, siempre y cuando este conocimiento nos lleve a amarle más a Él y a nuestros semejantes. Siempre he dicho que los buenos libros son aquellos empapados de Biblia. Aquellos que exaltan a Cristo y Su glorioso Evangelio y que, al leer, quedamos asombrados de conocer quién es Dios y nos humillamos porque conocemos lo minúsculos que somos nosotros. De esos libros yo quiero leer. 


¿Crecer en conocimiento o crecer en reconocimiento? Hoy, muchos leen por querer ser reconocidos como los más eruditos, los más intelectuales, por querer opacar a los demás, al punto que se vean minúsculos ante su persona. Pero te doy un consejo tomado de Tomas de Kempis: «nunca leas para mostrarte más letrado» porque eso no solo te llevará a morir en el intento sino a desanimarte en el proceso de leer. 


Mi gran deseo es que leas para conocer más a Dios, para que ese conocimiento que adquieras te lleve a amar más a Dios, para que tu mente y corazón queden asombrados por quien es el Trino Dios. Deseo que los libros que elijas te hagan honrar más a Dios, te lleven atesorar el glorioso Evangelio, y cambien tu corazón e impacten tu vida y tu alrededor. 


Enseñar a otros versus superar a otros


Muchos de los que hoy amamos la lectura fue porque las lecturas de otros nos edificaron también. Escuchar a mis profesores de seminario decir lo indispensable que era leer, me llevaba a darme cuenta que era algo que tenía que hacer. Incluso, cuando presenciaba sus clases, oía sus sermones, me otorgaban sus consejos o simplemente me acercaba para pedir recomendación de algún autor, y ellos respondían, eso me impulsaba a seguir leyendo aún más. 


La lectura se ha vuelto para mí un valioso instrumento porque me ha llevado a no solo conocer más a Dios sino también a poder hablarles a otros acerca de quién es Él. Me genera gran gozo cuando alguien se acerca a mí para que pueda enseñarle qué libro leer, o incluso cuando me piden algún consejo sobre qué hacer en su vida.


Ahora bien, si lees para superar a otros en cantidad de libros leídos, en seguidores obtenidos; en lograr un conocimiento superior al que ellos poseen o simplemente superarlos en cuánta estima se les tiene, déjame mostrarte lo que el apóstol Pablo, en su carta a los filipenses, escribió: «Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo».


Es necio leer para sentirnos superiores a los demás. Esto no solo deshonra a Dios, sino que además atenta contra el prójimo. La Biblia nos llama a considerar a los demás como más importantes que a uno mismo. Siempre habrá tanto que aprender, mucho que leer, que no podemos darnos el lujo de sentir que ya lo sabemos todo y que hemos superado a los demás. 


Conclusión


Estamos leyendo para la gloria de Dios cuando buscamos que nuestras lecturas alumbren a los que están en oscuridad, que los demás vean las buenas obras y glorifiquen a nuestro Dios que está en los cielos. 


Si en este nuevo año una de tus metas es leer ¡hazlo! Pero no para tu gloria, sino para la gloria del gran Rey. 


Descarga a este archivo para colorear


Diseños: Ámbar Arias

Comments


bottom of page